Hay miles de hoteles pero sólo un Sauce
Los hay de 1 o hasta de 2.000 habitaciones, en la montaña, al lado de un aeropuerto o en el centro de una gran capital, pueden estar decorados por un prestigioso diseñador o por un amante de los muebles de melamina. Con piscina en la azotea, lounge bar con pianista en directo, con la recepción inundada de mármol o con un cajero automático para hacer un check in.
Hay miles y miles y miles de hoteles, pero sólo un Sauce.

El Sauce es un equipo que siente la empresa como si fuera suya, que se identifica en la lucha diaria por dar el mejor servicio, dónde no todo es perfecto pero nunca falta la pasión y dónde hay un hueco para que cada uno de nosotros desarrollemos el talento innato que llevamos dentro.
En el Sauce no hay recepcionistas, camareros, botones, camareras de piso, comerciales, ni contables. En nuestra casa hay personas únicas y son Carmen Isabel, Laura, Luisito, Maribel, Javier, Giuseppe, Saray, Pili, María Pilar, Araceli, Alberto, Ricardo, Yousra y Mariana.
Las nuevas tecnologías avanzan para volver a lo fundamental
Las nuevas tecnologías, la conectividad, los nuevos dispositivos móviles y la integración de la información en plataformas comprensibles para el cliente final han supuesto una auténtica revolución en los hábitos de consumo.
En el caso del sector hotelero este cambio ha sido radical. Ya casi apenas acudimos a una agencia de viajes a pedir información sobre un hotel o llegamos a una ciudad sin antes haber decidido por internet en qué hotel realizar la reserva. Consultamos la información en portales de opinión, metabuscadores, redes sociales, etc. Y si no tenemos nada planificado y estamos llegando a nuestro destino revisamos en el móvil qué hoteles cercanos hay, a qué precio están y qué opiniones tienen.
Este fascinante cambio nos ha devuelto a la esencia del servicio: la satisfacción del cliente. Con información abundante y cada vez mejor clasificada hoy más que nunca tenemos que creer en el Sauce, creer en un equipo que esta en primera línea.
Yo y mis circunstancias
Soy Luis y todo empezó en un pueblo de Gipuzcoa. La historia es larga pero intentaré resumirla rápidamente. Años 40, tiempos de crisis, de las de verdad. En el pueblo no había para todos: el caserío, la fábrica o a emigrar. Sabina eligió la opción más difícil y se fue a buscar trabajo a la capital, en un hotel. Aprendió primero, trabajó, se trasladó a Zaragoza, luchó y finalmente se decidió junto a otras dos mujeres a emprender. Y de ahí nació el Vasconia y luego junto a Antonio, mi abuelo, la Posada.
Si mi abuela por aquel entonces no hubiera encontrado trabajo en un hotel probablemente yo no estaría escribiendo este post. Una casualidad (o no) que se convirtió después en un proyecto de vida: una pensión, un restaurante y luego un hotel. Toda una vida trabajando.
Su hija Carmen, mi madre, vivió aquello muy de cerca (tan de cerca que vivía en el hotel con mis abuelos y tíos) y a finales de los 80, cuando en España nos adentrábamos en otra crisis, abrió el Sauce junto a mi padre Luis. Salir adelante fue otra vez cuestión de valentía y mucha actitud. Toda otra vida trabajando.
En 2010, con 30 años, y en medio del caos inmobiliario y financiero decidimos con mis padres y hermana que yo continuara con la empresa familiar. Lleno de ideas, llevaba años preparándome. Me licencié en Economía, obtuve un MBA, trabajé en la construcción de un hotel y adquirí experiencia en consultoría turística. También había vivido, al igual que mi madre parte de mi infancia en el hotel. Había visto trabajar a mis padres muy de cerca. Acompañaba a mi padre a dejar tarjetas del hotel por los limpia parabrisas de los coches con matrícula de fuera de Zaragoza, veía a mi madre atender la recepción, servir desayunos y hacer camas. Creía entender el sacrificio que ellos habían realizado para, desde cero, salir adelante con el proyecto del Sauce.
Estaba equivocado, tardé un tiempo.
www.mentalidadsauce.com
luisfernandez@hotelsauce.com